Un corto circuito de sentidos, provocador y tibio, trémulo y elusivo, tan móvil e incesante como era él durante el día; pero ahora aquí en la noche, con las lámparas de la calle desvelando la desnudez de ambos, pero no la de su mirada, ella era incitada a un casi insoportable y previsto placer. Él había convertido su cuerpo en un manojo de rosas para exfoliar el polen de cada una de ellas.
Spy in the house love (1954)
Anais Nin
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